A todo el mundo le gusta jugar. Los niños pueden pasar el día entero jugando y inventando actividades para divertirse. Pero a los adultos también les gusta la diversión y siempre que pueden se juntan para jugar. Existen muchas maneras de jugar pero el objetivo es siempre disfrutar el momento y la compañía de los amigos. Además de esto, los juegos ayudan a desarrollar las habilidades que serán importantes a lo largo de la vida. ¡Jugar es también una manera de aprender!
Los indios conocen muchos juegos. Algunos son bastante conocidos por varios pueblos indígenas y otros también son comunes entre los no indios como la peteca o volante y la pierna de palo o zancos. Otros juegos son curiosos y originales. Existen juegos que sólo son jugados por los niños y otros que juegan los adultos en compañía ¡y ellos son capaces de enseñar las mejores técnicas para que cualquiera se convierta en un crac! Hay juegos sólo de niños y otros sólo para las niñas. Existen algunos juegos que, antes de comenzar a jugarlos, deben ser construidos. Bueno, en esa caso es necesario ir hasta la selva, encontrar el material correcto, aprender a hacer el juguete y, sólo entonces, empezar a jugar. Pero eso no es un problema dado que construir el juguete también forma parte del juego. ¡Ahora conoce los juegos de los diferentes pueblos indígenas!
Los juegos de los Kalapalo
- Los Kalapalo viven al sur del Parque Indígena de Xingú, en el estado de Mato Grosso. Conocen muchos juegos, tanto individuales como colectivos. Algunos juegos implican disputas serias e importantes, otros son juegos de simulación, unos se realizan en el patio de la aldea y otros en el agua aunque algunos en la selva. Existen algunos en el que participan los adultos y en otros sólo lo hacen los niños y también está aquellos en los que todos juegan. Los niños tienen por costumbre jugar bien temprano todas las mañanas. Hacia las ocho de la mañana terminan de jugar y vuelven a su casa para ayudar en el trabajo doméstico. Las niñas ayudan a sus madres y hermanas mayores a preparar el mingau de mandioca y también las ayudan a cuidar a sus hermanos menores. Los niños, además de ayudar en la fabricación de los artefactos, acompañan a sus padres en las excursiones de pesca. Hacia el fin de la tarde los niños tienen por costumbre jugar fútbol y para eso hacen sus propias pelotas e inventan goles. El fútbol es jugado en el centro de la aldea aunque cuando es época del Kwarup (un ritual practicado por varios pueblos del Parque Indígena de Xingú), el juego debe practicarse en otro lugar dado que ese ritual se desarrolla en el centro de la aldea en donde tiene lugar una lucha denominada Ikindene. ¡Conoce este y otros juegos kalapalo!
Ikindene
El Ikindene es un juego muy practicado entre los Kalapalo. Durante la ceremonia del Kwarup, que reúne personas de diferentes aldeas, sólo los hombres pueden luchar aunque durante el ritual Jamugikumalu sólo participan las mujeres. Este tipo de lucha, o arte marcial, es disputado en el patio central de la aldea entre dos jugadores. Los luchadores se ornamentan con pinturas corporales, cinturones, tobilleras, collares de caracoles e hilos de lana que penden de brazos y rodillas. Este juego es tomado muy en serio. Los Grandes campeones de lucha temen perder y los que recién se inician tiene miedo de los adversarios o de lastimarse. El Ikindene desarrolla fuerza, coraje, resistencia y concentración. Durante todo un año las personas de la aldea de preparan para esta lucha entrenando para estar listos en las disputas rituales. El objetivo del Ikindene es el de tirar al suelo al oponente; pero un simple toque de mano en la pierna del adversario termina con la contienda. El vencedor es aquel que consigue tocar la pierna del adversario o el que consigue derribarlo. ¡Mira el video!
Ta
Para jugar Ta, es necesario en primer lugar construir el juguete. Se trata de una rueda de paja recubierta con corteza de mimbre (un árbol típico de la región del Cerrado) aún verde y que tiene el mismo nombre del juego: ta.
El objetivo del juego es acertar el Ta usando un arco y una flecha. Para ellos se forman dos equipos dispuestos en filas bien distantes entre sí. Un jugador asume la función de lanzador y arroja el juguete hacia el cielo en dirección al equipo adversario. A medida que el Ta, rodando, entra en contacto con el suelo y va pasando a gran velocidad por delante de los jugadores del equipo adversario estos intentan, uno por vez, ensartarlo con sus flechas.
Si nadie lo consigue, los equipos invierten sus funciones. Cuando alguien consigue dar en el blanco su equipo sigue probando la puntería. El equipo oponente pierde el lanzador que sale temporalmente del juego siendo substituido por otro jugador. Este juego desarrolla la precisión, la puntería y la concentración. ¡Mira el video!
Heiné Kuputisü
En este juego de resistencia y equilibrio el sujeto debe correr con un solo pie sin poder reemplazar un pie por otro. Se traza una línea en la tierra para definir el lugar de largada y se señala otro lugar a unos 100 metros de distancia que indica el lugar a ser alcanzado.
Si el jugador consigue llegar a la meta es considerado el vencedor pero si se detiene antes de llegar a la recta final es señal de que aún no tiene la capacidad esperada y es preciso que entrene nuevamente. A pesar de que la velocidad no es lo más importante todos intentan recorrer el camino lo más rápido posible aunque, al final, vence quien pudo llegar más lejos. El juego del que participan hombres adultos y niños se produce en el centro de la aldea. En el video podemos ver un entrenamiento del Heiné Kuputisü. Allí el juego es realizado en pares y cada participante representa un equipo. De esta forma los jugadores compiten de a pares. ¡Véanlo!
Toloi Kunhügü
Este juego se organiza en la orilla de una laguna o de un río. Quien propone el juego asume el papel de un gavilán y será el “dueño” del juego. El “gavilán” dibuja en la arena un gran árbol lleno de ramas y los otros niños fingen ser pequeños pájaros. Cada “pajarito” elige una rama y construye su nido sentándose allí. El gavilán sale a la caza de los pajaritos que salen de sus nidos y se reúnen en un lugar bien cercano al “árbol” agitando los pies en el suelo y provocando al gavilán con una graciosa canturreada.
El gavilán avanza lentamente en la dirección de los pajaritos. Cuando está bien cerca del grupo salta e intenta agarrar los pajaritos que comienzan a correr hacia todos lados realizando muchas maniobras para distraer al gavilán. Para descansar, se protegen en sus nidos. El gavilán, cuando consigue agarrar a uno de los pajaritos lo toma y lo lleva a su refugio que se ubica cerca al pie del árbol. El último pajarito que consigue escapar y no ser “cazado” por el gavilán se transforma en el nuevo “gavilán” y es el nuevo “dueño” del juego que vuelve a comenzar. El juego desarrolla diversas habilidades tales como la concentración, la velocidad de movimiento, la agilidad y la percepción del tiempo. ¡Mira este juego!
Los juegos de los Yudja
Los Yudja hablan una lengua del tronco Tupi y viven en seis aldeas cercanas a la orilla del río Xingú, en el estado de Mato Grosso, y también cerca de la naciente del río cercano a la ciudad de Altamira, en el estado de Pará. El texto que sigue fue producido por los niños de la aldea Tuba Tuba junto con el equipo del Programa Xingu/ISA.
“Nosotros somos niños del pueblo Yudja de la aldea Tuba Tuba del Parque Indígena de Xingú, en Mato Grosso.A nosotros, los niños de la aldea, nos gusta jugar con nuestro arco y flecha. Nosotros comenzamos a aprender a construir arquitos con nuestros abuelos, padres, hermanos mayores o nuestros amigos.
Hacemos nuestros arcos y flechas con cualquier tipo de material sólo para jugar y aprender a lanzar la flecha, lo más difícil es colocar la pluma de la punta de la flecha para que vuele bien. Nosotros acompañamos a nuestros padres durante las excursiones de pesca, también pescamos solitos en la orilla de los ríos pero nosotros no vamos a cazar porque acompañar es difícil. Nosotros hacemos campeonatos de arco y flecha para saber quién es el mejor en el lanzamiento de las flechas. A nosotros nos gusta hacer avioncitos, imitando la hélice con una hoja de árbol u otros materiales.
A nosotras las niñas nos gusta hacer pulseras y collares de cuentas.
En casa nosotras ayudamos a nuestras madres cuidando a nuestros hermanos menores, asando el pescado, haciendo mingau y hasta podemos hacerlo solitas. Nosotras también vamos al campo de cultivo a cargar mandioca, papa y otros.
También ayudamos a llevar agua del río para cocinar y lavar. Nosotras lavamos los platos y la ropa en el río desde pequeñas.Nosotras también ya estamos aprendiendo a hacer pintura corporal y comenzando a hacer cuencos y ollitas de barro. A nosotras nos gusta jugar a la mancha en el río, y deslizarnos por el barranco… Nos gusta dibujar animales o personas en la tierra, jugar al trompo con semillas de tucum…
E hacer juegos de manos con hilos.
Nosotros también tenemos nuestras músicas para jugar batiendo palmas o si no jugar a la ronda. De noche nos gusta jugar en el patio de la aldea cantando las canciones de jugar o las músicas de nuestras fiestas.
Nosotros estudiamos en la escuela de nuestra aldea, estudiamos en nuestra lengua y en portugués y escuchamos las historias que los mayores nos cuentan durante la clase.
Los trompos de los Gabili do Oiapoque
Los Galibi de Oiapoque migraron desde la Guayana Francesa hacia el Brasil en los años 50 del siglo XX. Originarios de la región del río Mana, ellos comenzaron a vivir en el margen derecho del río Oiapoque, en el norte del estado de Amapá. La mayor parte de los Galibi vive en la Guayana Francesa y allí son conocidos como Kaliña.
Los niños galibi, Valdo y Donato intentan hacer, como su padre les enseñó, el trompo de semillas de palmeras tucumã, que emite un sonido al girar. Buscan primero las mejores semillas, realizan algunos pequeñas perforaciones, limpian y raspan todo su interior dejándolas totalmente huecas. Pero, infelizmente, los trompos no giran y mucho menos emiten sonidos. Sin éxito, guardan los trompos en sus bolsillos y esperan la llegada de la noche cuando el padre vuelve de la selva. Miguel, el padre, analiza el trompo de los hijos y anuncia que les enseñará nuevamente aunque precisan esperar hasta la tarde del día siguiente. Valdo y Donato viven en la aldea San José que tiene ocho casas de madera rodeadas de árboles de mango, castañas de caju, cuias, jenipapo, tucumã, inajá y guayaba, entre otras especies. Allí viven pocos niños que se muestran relajados con los juegos que aprenden en la ciudad de Oiapoque. Juegan con petecas y papagayos aunque no dejan de aprender con los mayores algunos juegos, como por ejemplo, el trompo de tucumã. En el horario marcado, Miguel, sin dar explicaciones, fabrica su trompo frente a los niños quienes lo observan y construyen sus trompos junto al padre, sin hablar, preguntar o pedir ayuda. ¡Tuvimos éxito! Todos los trompos comienzan a rodar y silbar casi al mismo tiempo.
La algarabía atrae desde lejos al Señor Geraldo, el hombre más anciano de la aldea que no disimula su alegría al ver a sus nietos jugando con aquel que era el juguete preferido en su infancia. Reúne a los niños a su alrededor y les cuenta cómo eran las disputas por ese juego durante su infancia: se juntaban varios niños, cada uno con su fane (nombre de ese juguete en lengua Kaliña), y una única red de dormir. Cuatro de ellas asían las puntas de la red dejando el tejido bien estirado. Todas las otras lanzaban al mismo tiempo sus trompos sobre la red iniciando un torneo de fane. El objetivo era dejar el trompo más tiempo rodando sin caer o sin ser lanzado hacia fuera de la red. Oyendo las historias de los más ancianos los niños aprendieron a hacer el juguete que es pasado de generación en generación.
Los zancos de los Xavante
Los niños, en términos generales, adoran mostrar cuán grandes y fuertes son. Viven haciendo gestos que parecen aumentar sus tamaños y fuerzas. Tal vez haya sido a través de este deseo que los zancos fueron a parar a las piernas de tantos niños en todo el mundo.
En una aldea Xavante, en el estado de Mato Grosso, cuando los niños tienen ganas de andar en zancos ellos salen en grupos hacia la selva llevando consigo sus facones. Necesitan encontrar el juguete que está listo y escondido en algún árbol de la selva, esperando la llegada de alguien. Buscan por muchas horas un tronco largo y recto y que tenga en la punta una horquilla (una división con el formato de la letra Y en donde se apoya el pie) y que no sea ni muy curva ni muy abierta. Esa búsqueda sería más simple si la aldea no estuviera situada en el medio del Cerrado brasileño, una región de árboles bajos con troncos bastante curvos. Cuando encuentran el tronco con esas características surge el segundo desafío: encontrar el par para el otro pie. De esta forma la “caza de las piernas escondidas” puede durar una mañana entera. Las horquillas no permiten que los pies se ubiquen paralelos al suelo; ellos se retuercen hacia adentro causando una cierta falta de comodidad para quien anda sobre ellos. Aún así, a los niños xavante les gusta probar que son fuertes y resistentes y el desafío es comprobar quién consigue caminar la mayor distancia posible sin caerse. Así pasa un día entero sin que los niños busquen una nueva actividad. Para ellos un juego por día es suficiente.
Arranca la mandioca
Este juego aún se mantiene vibrante y fuerte en algunas comunidades indígenas aunque es desconocido entre los niños y los adultos no indígenas. Y se mantiene vibrante porque, al final, para jugarlo es necesario un poco de fuerza. En los estados de Espíritu Santo y de San Pablo, los niños guaraní la conocen por el nombre de “arranca mandioca” porque recuerda la manera en cómo la mandioca es recolectada, una actividad bastante conocida por los niños indígenas. Cuando resuelven jugar, se reúnen cerca de un árbol y forman una fila, todos agachados y con las manos en los hombros del niño que está adelante. Caminan de esa forma hasta un árbol y se sientan en el suelo. El primero de la fila se agarra del árbol y los niños que quedaron por detrás se toman unas de las otras por los brazos y piernas. Un niño (debe ser uno que tenga fuerza) es el encargado de “arrancar” las mandiocas, que son los mismos niños. El primero de la fila, aquel que está agarrado al árbol, es el “dueño del campo de mandioca” y es quien les da permiso a los jugadores que son “niños mandioca” para que sean retirados uno a uno. Y de esta manera comienza el trabajo de soltar a cada niño aplicando toda la fuerza posible. Entre los Guaraní es válido usar diferentes estrategias para conseguir soltar a los niños, como por ejemplo hacerles cosquillas, tomarlos de las piernas o pedir ayuda a quien ya salió de la fila.
Entre los Xavante, hacerse cosquillas es impensable. En el Cerrado, la región en donde viven, los niños y las niñas conocen este juego bajo el nombre de “tatu”. Se llama así porque es muy difícil tomar un tatú cuando este se esconde en su cueva; nadie puede sacarlo con las manos. Pero se puede arrastrarlo por su cola aunque este se agarra fuertemente con sus uñas a la tierra y no sale de allí por nada del mundo. La fuerza es una característica muy valorizada entre los Xavante, junto a la valentía y el coraje. Aunque sea un juego, este es importante entre los niños. En el juego del tatu, por ejemplo, los niños se sueltan entre sí cuando la persona que está “cazando” usa su propia fuerza. Ese juego es un éxito garantizado en las más diversas situaciones y es la causa de grandes carcajadas todo el tiempo.
Peteca o volante
El nombre “peteca” – de origen Tupí y que significa “aplaudir” o “golpear con las manos” y que designa una pelota pequeña, recubierta de plumas, que se lanza al aire con la palma de la mano – es en la actualidad el más popular entre todos los juegos muy conocido en el Brasil. Aún hoy en día muchas personas esperan el tiempo de las cosechas para elaborar sus juguetes. Con las pajas del maíz trenzan diferentes cuerdas y lazos y crean petecas de varios formatos. Conoce algunos ejemplos de petecas hechas por los pueblos indígenas.
El señor Toptiro es un cacique de la aldea Xavante Abelhinha, en el estado de Mato Grosso y tiene por costumbre decir que un único juego por día es suficiente para animar a los niños. Para quien vive el tiempo apresurado de las grandes ciudades puede parecer increíble que un grupo de nuños de cuatro a trece años consiga permanecer ocupado un día entero con un juego solamente. Sólo la búsqueda de las pajas en el campo de cultivo ya es garantía de muchas aventuras que ocurren en el camino. Con el material en sus manos, es preciso estar bien atento para elaborar una peteca. Es necesario tener tiempo para mirar, intentar su fabricación, equivocarse, reintentar y aprender. OEl señor Toptiro exhibe una gran sonrisa traviesa cuando se ve rodeado por niños y niñas que acompañan sus manos, todavía fuertes, trenzando el tobdaé – la “peteca” de los Xavante. Además de los ojos y de las manos, el señor Toptiro también utiliza uno de los dedos del pie. En el ata el hilo de buriti que es estirado y ayuda en la terminación en espiral de la parte inferior del juguete. Ese detalle lo diferencia de otros modelos, como veremos a continuación. Cuando está listo, el juguete xavante es liviano y ágil y puede ser usado en un juego que exige las mismas habilidades de los participantes: agilidad y liviandad.
Ese juego indígena es muy parecido a una partida de “queimada” –aquel juego de tirarle la pelota al adversario – pero hay algunas diferencias: se reemplaza la pelota por media docena de tobdaés; no existe un campo definido por líneas trazadas en el suelo y, en lugar de dos equipos, son dos adversarios que disputan la partida. Cada jugador comienza la partida con unos tres tobdaé en las manos. Al mismo tiempo en el que los lanza es necesario que huya de los embates de su adversario para no se “quemado”. Ese “corre que te agarro” termina solamente cuando una persona es alcanzada por uno de los tobdaé del otro contrincante. La persona “quemada” sale del juego y le cede el turno a un nuevo jugador recomenzando la disputa. Recomienzan los juegos en cada recolección de maíz y, de esta manera, estas actividades le traen mucha diversión a los niños xavante. De los campos del Cerrado de Mato Grosso, en donde están localizadas las aldeas Xavante a las selvas de vegetación atlántica en el estado de San Pablo, habitadas por comunidades indígenas Guaraní, este juego atraviesa varias transformaciones. Mangá es el nombre dado por Guaraníes a este juego, el verdadero abuelo de las petecas encontradas principalmente en el interior paulista. La paja del maíz está dentro y fuera del juguete. Rellena el interior, apoya en el fondo circular y al mismo tiempo une y amarra las plumas con un lazo fuerte y resistente. Nicolau, un indio Guaraní es un profesor muy querido y juega al mangá con los niños de su comunidad. También existe el yó, otro tipos de peteca que no es realizada con la paja del maíz sino con una mazorca cortada por la mitad. Dos plumas de gallina del mismo tamaño son cuidadosamente colocadas en el centro de la mazorca dándole al juguete un movimiento giratorio que imita las hélices de un helicóptero en el aire. El desafío es ver quién consigue arrojar más lejos si yó. Con estos ejemplos vimos cómo algunos pueblos fabrican su propia peteca y descubrimos que este juguete es tan popular entre los pueblos indígenas como entre los no indios.
Figuras de cuerda
Los niños y los adultos de todos los rincones del mundo crean con sus propias manos figuras con hilos que representan formas cotidianas como una escoba, una estrella, una red, una casa, una pata de gallina, un pez, un diamante, un globo o un murciélago, entre otras figuras. También hacen trucos mágicos increíbles: se cortan el cuello, colocan dos hilos dentro de su boca y lo quitan unido, pasan la mano de alguien entre dos hilos y deshacen varios nudos con un solo tirón además de hacer magia con sus pies, entre otros trucos. En la aldea Canauanim, en el estado de Roraima, en donde viven casi 600 indios Wapixana, algo más de cien familias, vive Doña Julia, la madre del tuxaua, el jefe de la aldea.
Además de muchas historias que conoce, Doña Julia enseña los más jóvenes de la aldea ahilar el algodón con una herramienta realizada de caparazón de tortuga. Cuando reúnen varios capullos bien blancos a ella le gusta tejer redes de dormir y jugar a hacer figuras y trucos de magia con los dedos utilizando los pequeños pedazos que sobran. Realiza un nudo en la punta y comienza a mostrar sus habilidades con los hilos bajo la mirada atenta de sus nietos y parientes. De esta manera, y de mano en mano pasando de abuelos a nietos, las figuras realizadas con hilos encordados se pasean por diferentes culturas y se esparcen entre los pueblos creando imágenes increíbles. Una de las imágenes preferidas de Doña Julia es la que constituye la “magia” de matar el “carapanã”, los famosos mosquitos Los Kalapalo, que viven en el Parque Indígena de Xingú en el estado de Mato Grosso, también conocen este juego que es denominado Ketinho Mitselü. Utilizan un largo hilo hecho de paja de buriti trenzado y atado en las puntas. Rápidamente entrelazan el hilo con los dedos y forman diversas figuras. Aparecen animales, figuras mitológicas y referencias humorísticas con respecto a sus actividades.
Los adultos, hombres y mujeres, elaboran complejas trenzas y los niños figuras más simples a una gran velocidad. Los niños realizan estos trenzados y luego los pasan a otras manos que van transformando los diseños hasta volver, nuevamente, a la forma original. Además de divertido, este juego desarrolla la creatividad, la memoria y la precisión. ¡Mira el video!
Fuentes de información
- Renata Meirelles
Giramundo e outros brinquedos e brincadeiras dos meninos do Brasil (2007).
- Marina Herrero
Jogos e brincadeiras do povo Kalapalo (2006). Na Internet